Noche de libros y fantasmas
Por Leopoldo Luis
Fotos: Richard
Trovadores villaclareños durante el concierto
Llegamos tarde. Ajustes de última hora habían hecho adelantar el concierto. Diego Cano y Juan Carlos Pérez lanzaban ya su propuesta de “Menos mal”, la primera de las canciones del trovador incógnito que, salida de las páginas de sus Confesiones, se hizo realidad en la noche del viernes 6 de julio, junto a la cascada de 23 y Malecón, a propósito del concierto que convocó a Los fantasmas del Diablo Ilustrado.
Pero bien dice el refrán que “mejor tarde que nunca”; así que en lo que el cantautor bayamés Ormán Cala regalaba a los asistentes su versión de “EPD golondrina”, la Jaque, el Rafa y yo nos escurrimos por detrás de la tarima, previa complicidad de Yami, encargada de mostrar al público los “pulovitos” de El Diablo, con el diseño de Fariñas en el pecho. Claro, no iba a dejar pasar la oportunidad sin localizar una XL, única talla en que me puedo enfundar tras la lejana época en que solía ser un delgado convencido de la necesidad de serlo.
Los libros se vendían a una escasa media cuadra; sobre las 10 de la noche —me consta— la gente formaba una hilerita corta para adquirir su ejemplar acompañado de un séquito de postales, cada una con un texto de canción y un dibujo de José Luis Fariñas, sin cuyo talento —escribió alguna vez el propio Diablo— él mismo no sería Ilustrado.
“El audio está por el piso”, me soltó Ray sin más saludo, en cuanto logré rebasar por puro milagro el murito estrecho atiborrado de cables y artefactos que suministraban al espectáculo la electricidad imprescindible. Mantener el equilibrio sobre la serpenteante línea fue un ejercicio de concentración al que no estoy acostumbrado. Para entonces, Tony Ávila, llegado de Cárdenas, interpretaba “El embrujado”, con el acompañamiento —por momentos inaudible— del amigo Roland Jorrín, virtuoso tresero, y del percusionista Paul Prieto, otro habitual de las presentaciones de El Caimán.
Alguien me brinda un trago, ¡uf! El malecón como una grada infinita, colmada de gente que viene al encuentro de la trova. El mar a sus espaldas. Eduardo Sosa que coge la guitarra y se sube solo a descargar “Te vi pasar”, el hermoso tema de El Diablo que su autor ha perdido para siempre desde que el antiguo miembro de Postrova ha decidido hacerlo suyo. Tal vez sea el momento de mayor lirismo. Escucho en silencio su “no puedo estar contigo ni sin ti”.
Hay algunos ausentes —me entero. “Pavel y Samuelito no han podido venir”. Yamira está con Diego Gutiérrez, “tirándole un cabo” en el concierto que ofrece ahora mismo en 23 y J. Bueno, no siempre es posible congregar a todos. Pero Yamira Díaz trajo de Pinar del Río a la banda completa. Son excelentes músicos los que forman con ella para soltar “Tras el telón de los 90”. Batería, bajo, percusión menor y flauta. El guitarrista es magnífico. Se le nota la “moña”, pero el audio traiciona.
Los músicos llevan pulóver blanco. “Estuve en la noche de los libros con El Diablo Ilustrado”. El mío es gris, gracias a Yami. Descubro al Plátano, veterano merodeador de conciertos. Autor de un antológico trabajo de fotografía que constituye un verdadero tesoro visual de los momentos de esplendor de nuestra Nueva Trova.
Raúl Marchena, uno de los artífices de La Trovuntivitis, trata de responder, a dúo con Rocío Sixto, a la incógnita planteada por El Diablo: “¿Cómo matar un fantasma?” Siguen otro trovador de Santa Clara, Michel Portela, que hace una versión muy country de “Tu príncipe azul”.
Tony Ávila vino de Cárdenas para sumarse a los fantasmas
Entonces Ray Fernández dispara su “Mazúrquica Posmodérnica”; abraza “el marxismo místico”; muy “a lo Ray”; Roland intenta de nuevo hacer sonar el tres. Y el instrumento suena, sí, sólo que… no se oye.
“Contraluz para otra suerte” en la interpretación del dueto matancero que forman Lien y Rey es otra de las joyas de la noche. Excelente, pero que muy excelente trabajo vocal el de estos jóvenes que han traído, como otras veces, a Dariel Díaz en el cajón y a Pepo Herrera en el clarinete y el bajo. Arreglo de lujo. Después Fernando Bécquer suena su versión personalísima de “Son a la moda” y los cardenenses de Columbia del Puerto —esta vez sin Adriano ¡qué pena!—, hacen una demostración de lo que pueden lograr sus instrumentos de percusión tradicionales, tratándose de una canción concebida a partir de la guitarra como “Yo sé de un monte sagrado”.
La despedida, a cargo de Kelvis Ochoa, puso a cantar a todo el mundo al son de “en una noche triste te alegrarás, la conga se te sube a la cabeza”. Manera que tiene este hombre de fusionar la música cubana con el rock, el jazz, con lo que sea, y que le quede bien…
Bajamos por todo Malecón, a pie, buscando Centro Habana. El Rafa me sugiere un título para mi crónica: “Sin audio pero con alma”. Lo miro y sonrío. Pero lo dice en serio. Atrás se queda La noche de los libros, se recogen Los fantasmas de El Diablo Ilustrado. Pero queda el regocijo por la trova, por la poesía, por la imaginación, por la belleza, y, sobre todo, por la esperanza. El verano recién comienza. Que no se vaya sin que volvamos a encontrarnos. Se requiere no más que lo deseemos mucho, porque, en definitiva, fantasmas que sueñan hay de sobra, siempre, en todas partes…
El lente de Richard
La bola del SAURIO
El Lente de RICHARD
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